Tápate los oídos, fuerte, fuerte, fuerte, más fuerte todavía... ¿oyes lo mucho que te quiero?
Y ya está, así es como ganamos la partida. Juntos, y felices. Y ahí , sepultados bajo el hormigón, por fin pudimos compartir nuestro sueño de infancia: el sueño de un amor sin fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario